Saverio Vivas

Si Cilia Flores dice que Ledezma es ladrón, entonces ella es su cómplice por no denunciarlo. Y si ella miente es una delincuente por mentir.

Como ya es costumbre en el cogollo del Psuv, la cúpula podrida de la asamblea nacional (AN), representada por licenciosa Cilia Flores, ha convalidado una navidad de sufrimiento para los trabajadores de la alcaldía metropolitana. La diputada se ha burlado de las exigencias del pueblo que labora en esa institución, diciendo que “Ledezma quiere que le den más dinero a la alcaldía mayor para robárselo”.

Pero lo que quiero tratar no es el hecho que el gobierno nacional en la figura de la AN se convierta en verdugo del pueblo. Quiero referirme a la impunidad con que los diputados oficialistas difaman a cualquier ciudadano sin que ello les acarreé consecuencia alguna. En Venezuela el Psuv ha establecido el uso de la inmunidad parlamentaria para vilipendiar a la gente.

Si es verdad que Ledezma roba en la Alcaldía Mayor como dice Cilia Flores, entonces ella es cómplice por no denunciarlo. Y en este caso quien emite el juicio acusador contra el alcalde mayor no es un ciudadano cualquiera con las limitaciones comunes para exigir justicia rápida. En este caso se trata de la presidente de la asamblea nacional, una de las funcionarias más poderosas del país, con las mejores facilidades para acceder a la justicia, y con la suprema responsabilidad de ser una contralora publica.

Cualquiera de esos ciudadanos que por nobles intenciones se hicieron y aun siguen chavistas, notara que la acusación de Cilia Flores contra Ledezma es literalmente una acusación contra a ella misma. En secuencia lógica:

“Si Cilia Flores dice que Ledezma es ladrón, entonces ella es su cómplice por no denunciarlo. Y si ella miente es una delincuente por mentir.”

Lamentablemente en la Venezuela de Hugo Chávez,  un diputado del proceso es un ciudadano con licencia para hacer falsas acusaciones contra el pueblo, sin recibir sanciones por ello.

Y afirmo esto porque los trabajadores de la alcaldía metropolitana, esos ciudadanos sin escoltas ni viáticos, esos que usan todos los días el metro, ¡son autentico pueblo caraqueño!… Así que acusarlos de pitiyankis, burgueses u oligarcas, es una inaceptable ofensa viniendo de unos carajos que no pelan un diciembre para irse de turista a los EEUU… ¡Si vale, esos diputados si son pitiyankkes! No los trabajadores de la alcaldía mayor que ya andan pariendo pá compárales una Barbie a las niñas.

Me disculpa la expresión coloquial, porque yo no tengo inmunidad parlamentaria… pero ¡No joda!, les apuesto que ya la mayoría de los diputados les compraron juguetes a sus chamos.

Si yo fuera vilipendiado por uno de estos diputados dizque revolucionarios, lo retaría e insultaría por mentiroso diariamente ante los medios, hasta que se disculpara en público. No me detendría en que soy un ciudadano común, ni en que a mi no me paran los medios. ¡Un acto malvado debe tener sus consecuencias! Y una victima exigiendo justicia debe ser más fastidiosa que una garrapata en la retaguardia.

Y si nunca se disculpa, me convertiría en el eterno contralor y denunciante de su gestión para que en el futuro, se lo piense 2 veces.

Hermanos no me canso de insistir. La pelea por la libertad es peleando por nuestros derechos, no llorando por la desigual justa. Aunque en Venezuela no existe estado de derecho, las victimas no pueden callar ante sus agresores. El silencio envalentona al agresor. Ledezma debería fastidiar constantemente a Cilia Flores hasta que las mentiras de ella exploten.

La libertad no es un derecho. Es un premio  que deben ganarse los pueblos.

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